Desde mi perspectiva, practicar el arte del
tatuaje significa incursionar en nuevas formas de expresión, pero sin perder de
vista las enseñanzas de los que han desarrollado este arte antes de nosotros.
No se trata solamente de realizar una copia perfecta de algo ya existente, sino
redescubrirse a uno mismo y crear un nuevo vocabulario visual.
Es por ello que desde hace seis años me he
dedicado a dibujar cada uno de los tatuaje que he realizado, creando mis
propias líneas y tratando de tomar en cuenta las posibilidades y las limitantes
de este arte: la piel, el cuerpo, su movimiento y su evolucionar a lo largo del
tiempo y de la vida de las personas.
La piel no es como una hoja en blanco que hay
que tapar, sino que se vuelve parte de mis dibujos, en los que predominan el
rojo y el negro. De esta manera intento representar la dualidad que caracteriza
muchos aspectos de nuestra existencia: vida y muerte, bien y mal, amor y odio,
el renacer…
Nuestra existencia no es estática, cambia muy
a menudo y nos lleva de un extremo a otro. Esta es mi manera de representar que
siempre hay vida después de la muerte y que las grandes ideas y los grandes
sueños son eternos.
Los buenos tatuajes nunca pasan de moda!
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